Opinión de Alberto Piris: En este mes de octubre, que precede al de la elección presidencial en EE.UU., no son pocos los que en medios de comunicación, tertulias, discursos, libros o tuites hacen cábalas en todo el mundo sobre cuál podrá ser la «sorpresa de octubre» que permita a Trump hacerse con un nuevo mandato. ¿Guardará en la manga el as que le regale la reelección?
Madrid, 04 Octubre 2020, (Envío especial para El Informante Perú).- La Historia guarda un recuerdo notable de los «decembristas» rusos, aquellos sublevados contra el régimen zarista en diciembre de 1825 porque pretendían liberalizarlo, dotarle de una constitución y hacerle respetar los derechos humanos. Derrotados por las tropas de Nicolás I, contribuyeron involuntariamente a repoblar y civilizar la salvaje Siberia a la que muchos fueron deportados como castigo, como puede comprobar cualquier viajero que hoy la visite.
Los «septembristas» no son tan conocidos, pero el septembrismo agrupa también ciertos fenómenos históricos que ocurrieron en algún mes de septiembre, como un conocido episodio sangriento de la Revolución francesa en 1792 y ciertos movimientos civiles en Portugal, Argentina y Cuba, sin olvidar en España la «Gloriosa» revolución de 1868, también conocida como «La Septembrina», que puso fin al reinado de Isabel II.
Pues ahora, en este mes que precede al de la elección presidencial en EE.UU., no son pocos los «octubristas» (podemos inventar esta palabra, con permiso de los lectores) que, en medios de comunicación, tertulias, discursos, libros o proclamas, hacen cábalas sobre cuál podrá ser la «sorpresa de octubre» que permita a Trump hacerse con un nuevo mandato. Es bien sabido que en vísperas de cualquier elección algunos acontecimientos señalados pueden hacer cambiar el sentido del voto en muchos ciudadanos. Y que Trump puede guardar en la manga un as que le regale la reelección es algo que nadie puede descartar.
Han circulado noticias no verificadas que apuntan a que Irán puede ser ese enemigo absoluto contra el que Trump va a defender a su pueblo. El proceso de hacer de Irán el enemigo necesario para facilitar la política interior en EE.UU. es antiguo. Pero ahora se le acusa, sin pruebas fehacientes, de haber planificado el asesinato de la embajadora de EE.UU. en Sudáfrica, una supermillonaria amiga de Trump y generosa donante a su partido, de la que no se conoce ninguna habilidad ni experiencia especial para el cargo, salvo haber nacido en ese país y hablar el idioma afrikáans, la lengua de los blancos sudafricanos.
Este rumor se une al hecho de que el pasado 3 de enero un drone de EE.UU. asesinó al general iraní Soleimaní en Irak y de que Irán no tomó entonces represalias por ello. De ese modo, puede hacerse creer que es cierto el intento de asesinato en Sudáfrica, a modo de venganza diferida. ¿Cómo puede Irán demostrar que no es cierto?
Así que durante este mes de octubre Trump podría tuitear: «Vamos contra Irán por [una u otra razón]. Voy a defender a nuestro país de un peligro inminente». Y podría iniciar una campaña de ciberataques que destrozarían la ya maltrecha economía iraní, adobados con la consabida propaganda a la que es tan aficionado. Si algo ha aprendido de la reciente historia de su país, es poco probable que llegue a atacar militarmente a Irán, hecho de impredecibles consecuencias.
Esta hipótesis resulta reforzada por el reciente pacto, auspiciado por Trump y solemnemente firmado en la Casa Blanca, entre Israel y las monarquías del Golfo, una alianza estratégica que tiene como objetivo a Irán. Alianza que, salvo al pueblo palestino, a todos beneficia: a Israel, a los Emiratos Árabes y a Baréin, como hemos comentado en otra ocasión: La trampa de los emiratos.
Permanezcamos, pues, atentos a lo que nos llegue desde Washington durante este mes de octubre que hoy comienza. Querámoslo o no, todos nos hemos hecho algo «octubristas».
(*) General de Artillería en la Reserva y Diplomado de Estado Mayor.