Directora del Programa Aurora informa sobre cómo responden las víctimas frente a una situación de violencia
Lima, 01 Octubre 2024, (ANDINA).- El asesinato de la enfermera Kimberlit Tapia Ortiz, cuyo cuerpo fue hallado calcinado el pasado martes 17 de setiembre en Cieneguilla y que tiene como principal sospechoso a su pareja sentimental, Joshua Huamán, ha reavivado el debate público sobre cómo actúan las mujeres peruanas frente a situaciones de violencia.
La directora ejecutiva del Programa Aurora del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), Patricia Garrido Rengifo, señaló que más del 53 % de las mujeres en el Perú han sido víctimas de algún tipo de violencia por parte de su esposo o pareja, según el último informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
De ese total, solo el 29.7 % ha acudido a alguna institución del Estado en busca de ayuda; es decir, aproximadamente 3 de cada 10 sobrevivientes optaron por denunciar las agresiones ante entidades públicas como comisarías, defensorías municipales, el MIMP, fiscalías, entre otras.
“Si bien es cierto, hemos tenido una disminución de los casos de violencia comparado al 2009, donde cerca de 8 de cada 10 mujeres declararon haber sido víctimas en algún momento de su vida, todavía nos queda una brecha muy grande por trabajar sobre todo en la prevención”, comentó en el programa Andina al Día.
¿Qué pasa con el resto de víctimas?
Según la encuesta del INEI, el 45,3 % de las víctimas de violencia física por parte de sus parejas buscaron apoyo en personas cercanas. La mayoría acudió a sus madres (39,0 %), seguidas por amistades o vecinos (18,9 %), hermanas (15,5 %), padres (14,9 %), otros familiares (12,5 %) y parientes de la pareja (11,3 %), entre otros.
El problema, indicó Garrido, surge cuando estas personas, en lugar de ofrecer un apoyo socioemocional que motive a las víctimas a denunciar, justifican la violencia con frases como “así son los hombres”, “ya se le pasará” o “piensa en tus hijos”. Esta actitud se refleja en 6 de cada 10 peruanos, que justifican o toleran algún tipo de maltrato contra las mujeres.
“Esto genera una sensación de impunidad y perpetúa la idea de que deben seguir en esa situación y que no hay ninguna alternativa para salir de estos hechos violencia”, agregó.
Razones por las cuales no buscan ayuda
Entre las víctimas de violencia física encuestadas que decidieron no buscar ayuda, el 45,0 % afirmó que no lo consideraba necesario, el 16,8 % mencionó sentir vergüenza, y el 11,1 % indicó no saber adónde acudir o desconocer los servicios disponibles.
Por otro lado, el 17,9 % expresó algún tipo de miedo, como temor a que le pegaran de nuevo a ella o a sus hijos, o causarle problemas a la persona que le pegó. En menor porcentaje se encuentra el miedo al divorcio o separación, y a que el agresor deje de proporcionar sustento económico para la familia.
¿Cómo prevenir la violencia contra la mujer?
A través del Programa Nacional Aurora se diseñan y ejecutan acciones y políticas de atención, prevención y apoyo a las personas involucradas en hechos de violencia familiar y sexual, contribuyendo así a mejorar la calidad de vida de la población.
Entre los servicios que ofrece está la Línea 100, chat 100, los Centros Emergencia Mujer (CEM), Servicio de Atención Urgente (SAU), Servicio de Atención Rural (SAR), entre otros.
“Además de estos canales, contamos con diversas estrategias de prevención que nos permiten cuestionar y reconstruir todo lo que, como sociedad, hemos aprendido y que ha contribuido a justificar y tolerar la violencia. Estas estrategias buscan generar igualdad de oportunidades, promover mejores métodos de crianza para nuestras hijas e hijos, y fomentar el involucramiento de los hombres en esta lucha”, añadió la directora ejecutiva.
En esa línea, destacó el colectivo “Hombres por Igualdad”, una intervención que busca cambiar creencias y actitudes machistas con el apoyo de la población masculina.
Asimismo, resaltó el trabajo del Centro de Atención Institucional (CAI), que promueve el cese de la conducta violenta en hombres sentenciados por violencia contra su pareja o en proceso de sanción, a través de la reeducación de sus creencias y percepciones sobre las mujeres.