Edgar Vivar o el Señor Barriga, Ñoño o El Botija está una vez más en Lima, una ciudad que siempre permanece en el recuerdo de este querido artista.

Lima, 24 Julio 2017, (ANDINA).- Edgar Vivar o el Señor Barriga, Ñoño o El Botija está una vez más en Lima, una ciudad que siempre permanece en el recuerdo de este querido artista, ya que el Perú fue el primer país en donde la vecindad del Chavo del 8 arribó en olor a fama.

Vivar, alejado de la voluminosidad de sus personajes de antaño, tras someterse a una cirugía contra la obesidad, se muestra como un hombre de formas suaves, que va despacio, sin prisas, por esta vida.

Hoy, al frente de un circo que le rinde homenaje, asegura que le ha sorprendido la cantidad de circos que hay en el Perú, fenómeno inusual en otras partes de la región.

“La oferta de circos aquí me sorprende. Deseo que a todos les vaya bien, pero el único que va a tener al Señor Barriga es este”, afirma risueño.

–Usted trabaja intensamente, es toda una vida dedicada a arte.

–Soy un actor y trato de diversificarme y salir de mi zona de confort. He producido, he hecho teatro, cine, doblaje, pero, sabes, estoy en una etapa de mi vida muy hermosa, donde puedo escoger lo que quiero hacer y solo hago lo que me interesa, lo que constituya para mí un reto.

–Ahora, eligió una temporada de circo.

–¿Sabes por qué…? porque tener a la gente cerca, ese contacto, es hermoso, igual que en el teatro. Es algo que el cine o la televisión no te dan.

–¿Y ha sido fácil, para diversificarse, luchar contra el arraigo que posee el personaje del Señor Barriga?

–Definitivamente, sí, me ha costado, pero el principal reto no es el público, sino los productores. Que ellos se convenzan de que puedo hacer otros roles. Cuando Televisa acabó el programa, me sentí mal porque pensé que ese día terminaba mi modus vivendi, pero no fue así. Tomé mis cosas y me fui a España, a Argentina, haciendo novelas junto a Adriana Barraza, ganadora del Óscar por Babel. Entonces, comprobé que sí se puede hacer cosas diferentes. El mejor halago que me hacen es cuando dicen: “El Señor Barriga puede actuar”. Y yo lo entiendo, porque ha sido mi trabajo por más de 25 años.

Pocos saben que el risueño Edgar, durante su permanencia en Televisa, cargó siempre con una cámara Super 8, aquellas que solo grababan por rollo apenas cuatro minutos. Aunque son solo momentos, hoy el actor suma sus recuerdos en esos fragmentos que se traduce en vivencias y que los mostrará en esta etapa de trabajo.

“Tengo cosas de Lima. De nuestra primera llegada, de Machu Picchu y cuando fuimos a Iquitos. También algunas partes de nuestro viaje a Colombia y del programa que grabó la vecindad en Acapulco. Para mí, tienen un valor especial. Filmaba los ensayos y así capturé momentos hermosos”, recuerda.

–Cuántas anécdotas…

–En 25 años pasaron muchas cosas. Por ejemplo, Roberto Gómez Bolaños quedó seriamente dañado de un ojo en un capítulo del Chapulín Colorado y la cortadura quedó ahí, hasta el día de su muerte. Otras más graciosas, como aquella en que Florinda Meza reemplazó a Angelines Fernández en la escena en que el personaje debía lanzarse a la piscina. Enfocan los pies de Florinda, que eran muy pequeñitos en comparación con los de Angelines, que eran muy grandes, pese a que era una mujer pequeña.

–Además, de todos los golpes que recibía el Señor Barriga…

–Mis caídas nunca fueron dobladas y la ropa que se echó a perder también era mía. En la película El Chanfle, en la escena de una caída, me rompí el codo por repetirla cinco veces para que al final en la película quedara la primera toma que hicimos.

–Y ya son 15 veces en el Perú, ¿qué es lo que más le gusta de este país?

–Sí, me gusta mucho y es difícil decir qué es lo que me gusta. Conozco Costa, Sierra y Selva. Más fácil sería lo que no me gusta, y es cómo se maneja, casi tan parecido a México, donde también se maneja muy mal; pero hay algo que destacar en el Perú, es su capacidad para demostrar afecto. Me sobrepasa, la gente es muy cariñosa. Puedo ser, creo, más perceptivo, pero no tan expresivo.

-Y qué sensación le queda que en esta visita su amigo Ricky Tosso no esté ya con nosotros

-No puedo creer que no esté Ricky. Yo ya vine para el estreno de otra película y tuve la oportunidad de ir a visitarlo al lugar donde ahora está, pero no me acostumbro. Cuando venía le hablaba por teléfono y nos juntábamos a comer. Ambos teníamos el gusto por la buena comida, él era un excelente cocinero. En el tiempo que hicimos En el parque siempre cocinaba algo para mí cada noche, siempre algo distinto.

-Y hablaban de la muerte

Sí. Cuando me confesó de la enfermedad le dije yo he estado cuatro veces en terapia intensiva y ya pague por adelantado. Yo no me hago expectativas a largo plazo y él me dijo que tampoco. Y así disfrutábamos muchísimo. Quien diría que iba a ser a última vez, pero bueno la vida es así.

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