Jonathan Golergant, rector de la UTP, reflexiona sobre cómo un liderazgo consciente puede evitar que pequeñas percepciones escalen en conflictos organizacionales.
Lima, 28 de setiembre 2025 (El Informante Perú).- A veces en la vida laboral, un gesto o comentario aparentemente menor puede desencadenar interpretaciones erróneas que crecen hasta convertirse en conflictos difíciles de manejar. Lo que empieza como una percepción aislada puede transformarse en una “bola de nieve” organizacional, cargada de suposiciones y decisiones que alteran el clima de trabajo y debilitan los vínculos de confianza entre los equipos.
Jonathan Golergant, rector de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP), explica que este fenómeno responde a lo que Chris Argyris denominó la “escalera de la inferencia”, un mecanismo en el que las personas pasan de observar un hecho concreto a interpretarlo bajo sus propios supuestos, generar emociones frente a ello y finalmente actuar en consecuencia. “El problema no es la inferencia en sí, que es parte natural de nuestra forma de pensar, sino cuando dejamos que estas interpretaciones se acumulen sin ser contrastadas con los demás”, aseguró Golergant.
Conversaciones que detienen la avalancha
Frente a esta dinámica, el liderazgo consciente tiene la responsabilidad de abrir espacios de conversación que permitan “discutir lo indiscutible”. Esto implica tres pasos básicos, de acuerdo a Jonathan Golergant: observar los hechos de manera clara, compartir las inferencias que surgen y, finalmente, indagar si existen otros elementos que no se están considerando. De esta manera, se evita que las percepciones individuales se conviertan en certezas erróneas que afectan la cohesión del equipo.
“Cuando un líder se atreve a poner sobre la mesa lo que normalmente callamos, está creando condiciones para que la comunicación fluya y para que las relaciones laborales no se deterioren por supuestos no comprobados”, compartió el rector. En otras palabras, liderar también significa hacerse cargo de las conversaciones pendientes, dar espacio a las distintas miradas y fomentar la apertura como herramienta de gestión.
Reconocer y gestionar estas dinámicas tiene un impacto directo en el desempeño organizacional. La capacidad de detener las “bolas de nieve” a tiempo marca la diferencia entre una organización que acumula tensiones y otra que transforma sus diferencias en aprendizaje colectivo que permita lograr los objetivos de una mejor manera.
Para Golergant “un liderazgo que fomenta el diálogo y la indagación permite que las organizaciones mantengan un nivel razonable de inferencias y se concentren en lo que verdaderamente importa: generar confianza, trabajar en equipo y alcanzar resultados sostenibles”.